Primero, un reconocimiento público a Cármen-Medialuna, precursora en La Cofradía de los poemas felices, aunque fiel al espíritu plagiario del blog, el que suscribe, don Alejandro-Goliardo, haya plagiado la propuesta inconscientemente, mientras participaba en comentarios de bloses propios y amigos de una interesante disertación acerca de la poesía y el sufrimiento.
En segundo término, entonces, colaboro con algo que propuse y que ya pensé que no iba a ser capaz de hacer, por lo cual, aprovecho para compartir su contenido, ya que es el espíritu de esta Cofradía lo que hizo posible encontrar un tema feliz.
Y en tercer lugar, pido disculpas a los cófrades por duplicar en Goliardos en la ruta este post, y compartir la dedicatoria, pero es que hace días tengo ganas de dedicarle algo a nuestra amiga Marisa Peña (dignísima cófrade), que lleve un pooo de primavera rioplatense a su otoño madrileño. Ojalá que así sea.
Somos gente del montón,
uno más del pasamanos,
con rostros descascarados,
que nunca máscaras son;
uno más de tantos ceros,
de la fila, de la lista,
auténticos desgarrados,
callados, pensantes, quedos,
metidos dentro de un sueño
silencioso e invisible;
ciegos, mudos, luminosos,
cuya chispa no traspasa
agujeros imposibles.
Somos nada entre la nada,
somos todo en nuestro mundo,
nos reímos de la muerte
y por dentro la lloramos,
abrazamos la belleza,
que nos da vuelta la cara.
Vamos oliendo, vamos mirando,
vamos gozando, vamos vibrando,
vamos ajenos, casi alienados,
vamos insulsos, vamos callados.
Fuimos los más raros de la clase,
somos los más nadies de la calle.
Y nos quejamos, somos amargos
y contagiamos nuestra amargura,
aunque una sola cosa es segura:
lo disfrutamos, nos divertimos,
y nos inquieta buscar la forma,
de gozar más de esta vida corta.
Sufrimos por los que sufren,
gozamos pequeñas glorias,
soñamos un mundo bueno,
para propios, para ajenos,
peleamos en mil batallas,
ardimos en mil hogueras,
y aunque vivimos cansados,
siempre estamos renaciendo.
Nuestros sueños son tan breves,
gigantesca es nuestra hazaña,
sabor del pequeño logro,
manjar de las emociones,
bebemos de las pasiones ,
sufrimos las decepciones;
relinchamos como potros
cuando sufre algún hermano,
y allí vamos, relucientes,
a sacarle sus gusanos.
Somos nadie, aunque sabemos
que en la nada siempre hay mucho,
nos gusta encontrar tesoros
ocultos en basurales,
nos sentamos en umbrales
a gozar de lo que pasa,
y a viajar por todo el mundo
en la puerta de tu casa.
Somos gente del montón,
uno más del pasamanos,
que vivimos con la euforia
de abrazarnos entre hermanos.